Apéndice Mufas D
Mientras que las dietas ricas en ácidos grasos poliinsaturados n-3 pueden
reducir adicionalmente los niveles séricos de triglicéridos,
las dietas ricas en monoinsaturados tienen efectos más favorables
en concentraciones de colesterol HDL. La capacidad de producir de forma
efectiva un incremento de HDL-C en plasma sanguíneo es crítica
en pacientes con síndrome metabólico, diabetes tipo II
y en la prevención
de enfermedades cardiovasculares. Por tanto estas dietas son comparables
al producir relaciones entre colesterol total y colesterol HDL similares.
Monoinsaturados y presión sanguínea.
Las evidencias procedentes de estudios clínicos humanos han mostrado
que los ácidos grasos monoinsaturados o tienen efectos neutrales
o efectos hipotensores cuando se comparan con dietas ricas en carbohidratos,
Omega 6 y Omega 3 poliinsaturados, dichos estudios reportan reducciones
consistentes en la presión sanguínea cuando los monoinsaturados
se comparan con las dietas ricas en grasas saturadas.
Monoinsaturados y diabetes.
Con una creciente prevalencia
de Diabetes Mellitus en todo el mundo, los ácidos grasos monoinsaturados
han ganado atención por
su capacidad para regular la respuesta glucémica
y mejorar la sensibilidad de la insulina. Por lo tanto, los ensayos clínicos
en donde se reemplazan las grasas saturadas por monoinsaturadas han notado
mejoras en la sensibilidad de la insulina y en la respuesta glucémica
tanto en individuos con predisposición a la resistencia a la insulina,
como en personas sanas. Recientemente los datos revelan que los Monoinsaturados
muestran tener una acción directa sobre la función de las
células-b pancreáticas que secretan
la insulina y que reducen la resistencia a la misma al mejorar la sensibilidad.
Monoinsaturados y obesidad abdominal.
Los estudios han revelado que la ingesta de ácidos grasos monoinsaturados
no está asociada con incrementos en la circunferencia de la cintura
o en ganancias de peso corporal. Sujetos con resistencia a la insulina
que consumen una dieta rica en monoinsaturados mostraron un incremento
significativo en las tasas de oxidación de grasa y un descenso en las
tasas de adiposidad desde el abdomen a la pierna, por lo tanto previniendo
la distribución de grasa en el centro
del organismo. Estas modificaciones favorables en cuanto a la composición
del organismo y la reducción de la ganancia de peso tras el consumo
de monoinsaturados también han sido observadas
en sujetos sanos. Por tanto el consumo de grasas monoinsaturadas está asociado
a un mantenimiento del peso corporal y a cambios favorables en la
reducción de la adiposidad de la grasa central del organismo, potencialmente
disminuyendo el riesgo de obesidad.